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mar

¿Por qué la emprendeduría es tan poco atractiva para el ahorro?

El ecosistema startup se encuentra en plena ebullición. Cada semana leemos, también en la prensa generalista, noticias que hacen referencia al arranque de nuevos instrumentos para financiar startups, casi siempre de base tecnológica, en operaciones de inversión y de desinversión, a menudo con plusvalías gigantescas. Es un microsistema joven, en crecimiento, que ya cuenta con sus gurús, los pequeños círculos de influencia que fruto de un muy buen trabajo se han hecho con un lugar relevante del mercado, de un mercado, pero que sigue siendo muy pequeño.
A la espera de la publicación de los datos de 2016 de ASCRI y AEBAN, entidades españolas que agrupan empresas e instituciones de capital riesgo y de business angels, creemos que previsiblemente se mostrará un crecimiento importante respecto a los datos de 2015, que ya mostraban un crecimiento muy importante. Pero que aún así nos mantendrán en tasas extremadamente exiguas si las ponemos en relación al volumen total de ahorro acumulado (en stock) español. Si de los datos de 2015 se derivaba que sólo un 0,03% del ahorro se destina a estas actividades, el año 2016 seguro que apreciará una mejora, pero que nos situará todavía muy lejos de donde debería.
Ciertamente el inversor prefiere aún invertir en bolsa, en instrumentos de inversión colectiva de renta variable, en el inmobiliario … instrumentos en general tradicionales, conocidos, de muy alto riesgo en muchos casos, y que ya experimentan nuevamente crecimientos intensos de rentabilidad (aparente) aunque en un escenario de alta volatilidad que no es necesario describir.
El inversor se siente poco atraído por el ecosistema startup porque considera que requiere un alto grado de especialización, que es de alto riesgo (de hecho, es como una apuesta) y no está al alcance, ni mucho menos, de todos. Y tiene razón: los instrumentos que dominan hoy el (relativamente pequeño) mercado de la inversión en startup reúnen en general estas características.
Seguimos diciendo que todos salimos perdiendo: los promotores de las iniciativas emprendedoras, que encuentran tantas dificultades para financiarse, los inversores, que encuentran menos oportunidades de las que el talento de la sociedad podría ofrecer y la sociedad en general. Y persistimos por tanto en nuestro planteamiento: es perfectamente posible una nueva formulación de la propuesta de inversión: segura, rentable, interesante, con impactos tangibles en el entorno próximo … una propuesta que podría permitir movilizar muchos más recursos desde las finanzas especulativas con aportaciones de valor más que discutibles que la economía productiva real.
Algo muy necesario, por cierto.

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